APOCALIPSIS
Son las cuatro de la tarde. Tobías y yo dormitamos tras la sesión de ‘The Walking Dead’ y los tallarines con champiñones. Me encanta mirar sus pestañas rizadas a punto de sucumbir al sueño. Su pelo negro y ondulado reposa en mi regazo. Es la criatura más hermosa sobre la faz de la tierra. De pronto, sin avisar, un estruendo agoniza el cielo. El ruido atronador viene de lejos, de muy arriba, es tan fuerte que la casa tiembla como si viera cerca su final. Asustada, abrazo el cuerpo menudo de Tobías. El terror se apodera de nosotros, noto su corazón latiendo desesperado, mi impotencia a no poder protegerlo. Lo cojo entre mis brazos esperando a que todo termine, esperando la caída infernal que nos borre para siempre.
No consigo retener a Tobías que sale corriendo hacia la ventana, empieza a ladrar desesperado. El ruido parece que se aleja. Mis oídos quedan sordos de ira. La gente en la calle mira hacia el cielo, buscando al puto caza de combate que perturba el espacio aéreo de la Isla Tranquila, Reserva de la Biosfera. Nadie ve nada, demasiado deprisa. Pienso en mi amiga de Pájara, para ella todos los días son el fin del mundo. ¡Necesarias maniobras militares!.
Libertad Morales Salamanca
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